Public Commentary / 19 September 2022
Tres lecciones para avanzar en la Reforma Rural
Con el comienzo del Gobierno de Gustavo Petro retorna el debate sobre la viabilidad de la Reforma Rural Integral (RRI). ยฟEs deseable para Colombia avanzar en una reforma agraria en pleno siglo veintiuno?
ยฟLa reforma es un esfuerzo vano?
En una controversial columna de 2014, el acadรฉmico James Robinson argumentรณ por quรฉ deberรญamos olvidarnos de la reforma agraria para promover la igualdad y el desarrollo de los colombianos.
Segรบn Robinson, la naturaleza de suma-cero de la redistribuciรณn de la tierra dificulta el cambio, pues las poderosas รฉlites rurales, por definiciรณn, se opondrรกn a esta. Asรญ lo han demostrado las reformas anteriores.
Una reforma rural es, en esencia, una batalla perdida, cuando menos, un desperdicio de recursos que distrae la atenciรณn de otras acciones mรกs viables. Para Robinson, es mรกs eficaz concentrarnos en la educaciรณn y la innovaciรณn para el desarrollo.
Desde la otra orilla, Jong-Sung You sostiene que las reformas agrarias exitosas de Corea y Taiwรกn โen la dรฉcada de 1950โ explican, en gran medida, el avance econรณmico, la igualdad y la democratizaciรณn de estos paรญses.
Por supuesto, el llamado que hace Robinson a abandonar la reforma agraria es atractivo, dadas las dificultades que รฉsta acarrea. Sin embargo, sin la reforma, la economรญa colombiana estรก aรฑos luz de los tigres del sudeste asiรกtico.
El reto de este gobierno
Entonces, una reforma rural sรญ es deseable en Colombia. Asรญ lo sostuvo la misiรณn Kemmerer en 1928, luego el Banco Mundial en 1950, y la OCDE en 2014. El asunto es cรณmo y quรฉ implica en el contexto actual hacer una reforma agraria.
En el marco de un Estado democrรกtico es muy difรญcil construir una reforma que: primero, sea transformadora, y, segundo, que respete el marco institucional y de propiedad.
De ahรญ que el reto de este gobierno sea crear un espacio polรญtico real donde la reforma pueda avanzar, y tenga el mayor consenso posible โsin que impida hacer los cambios que el paรญs exigeโ.
La Reforma Rural Integral (RRI) acordada en el Acuerdo de Paz es una buena hoja de ruta para avanzar en esa direcciรณn. Sobre esto, hay tres lecciones importantes para destacar, y que desarrollo en mi libro El Acuerdo por cumplir: paz y desarrollo rural en Colombia:
- Es necesario enmarcar el acceso a la tierra en el propรณsito mรกs general del bienestar de los habitantes rurales.
- Los cambios socioeconรณmicos son difรญciles en Colombia, porque las inercias institucionales no cambian de un dรญa para otro.
- En el actual contexto excepcional de Colombia, las polรญticas ordinarias no dan buenos resultados.
El bienestar sobre el acceso a tierras
Es importante que la discusiรณn actual sobre el acceso a la tierra cuente con un propรณsito mรกs amplio: el bienestar de los habitantes rurales.
Para esto es necesario transformar los territorios de Colombia en regiones competitivas, incluyentes, democrรกticas y sostenibles, como se plasmรณ en la Reforma Rural Integral.
Por supuesto, la tierra es decisiva para la reducciรณn de la pobreza rural en el paรญs. Pero limitar el debate a la tenencia de la tierra y a los derechos de propiedad, impide pensar en una polรญtica eficaz de desarrollo rural.
Por ejemplo, cualquier soluciรณn al problema de acceso a la tierra en el norte de Cauca debe plantearse de la mano con hacer frente al aumento de cultivos de uso ilรญcito, y la presiรณn que estรกn ejerciendo los grupos armados ilegales sobre las comunidades rurales.
Si bien hay que abordar los conflictos sobre la tenencia de la tierra, el bienestar de esas comunidades implica:
- mejorar los ingresos productivos en esas zonas cocaleras โcomo ingresos por protecciรณn de zonas de reserva ambientalโ,
- ofrecer oportunidades educativas para los jรณvenes de esas comunidades, y
- fortalecer sus organizaciones.
La RRI pone a disposiciรณn un conjunto de herramientas de polรญtica pรบblica que el Estado, con la participaciรณn de los ciudadanos, tiene que adoptar segรบn las particularidades de cada territorio.
Ademรกs, concebir la reforma de esta manera permite construir consensos y una visiรณn conjunta de regiรณn.
Combatir la inercia institucional
Aunque el Acuerdo de paz creรณ una ventana de oportunidad para llevar a cabo una reforma rural de gran calado, en sus primeros aรฑos de implementaciรณn enfrentรณ difรญciles obstรกculos:
- la continuidad de viejas inercias institucionales,
- una coaliciรณn clientelar poco proclive a cualquier cambio,
- la debilidad de las agencias del sector rural, y
- la fuerte oposiciรณn de derecha.
Varios aรฑos despuรฉs de la adopciรณn de la reforma, la perspectiva de un cambio estructural en la polรญtica rural parecรญa poco probable. Ahora, esto dependerรก de las decisiones que tome el gobierno de Petro.
Este gobierno deberรก tener en cuenta que, en contextos como el colombiano, es muy difรญcil hacer cambios socioeconรณmicos de carรกcter distributivo. Asรญ lo demostraron los primeros aรฑos de adopciรณn de la RRI.
La captura de la polรญtica pรบblica por parte de las รฉlites dificulta la reforma rural, justo cuando mรกs se necesita. Asรญ haya funcionarios con la voluntad y el poder de tomar decisiones para adelantar la reforma, estos no son suficientes para vencer la inercia institucional, y la resistencia al cambio.
“Hoy en dรญa, en muchas regiones del paรญs hay violencia organizada, y esto hace aรบn mรกs difรญcil la tarea de transformar los territorios rurales. Sobre todo, por la usual debilidad de la de la infraestructura social pรบblica y privada en estas zonas.”
Puede que ahora se haya abierto de nuevo la ventana de oportunidad de la reforma. Ahora, el reto รฉsta en que el nuevo gobierno no la desaproveche, y tome decisiones realistas. Para esto es necesario crear polรญticas con el mayor consenso posible, que sean viables fiscalmente, y que construyan confianza en las comunidades.
Incumplir promesas โcomo ha ocurrido con los esfuerzos de sustituciรณnโ, tiene un costo muy alto para la legitimidad del Estado. Esto es lo que estรก en juego.
Seguimos en transiciรณn
Finalmente, no podemos dejar de reconocer que estamos en un momento de transiciรณn, y que las polรญticas ordinarias โen un contexto excepcionalโ no necesariamente dan buenos resultados.
Despuรฉs de la firma del Acuerdo de paz aumentรณ el acaparamiento de tierras y la deforestaciรณn en el Meta y el Guaviare. Esto es, exactamente, lo opuesto a lo que deberรญa haber ocurrido.
De ahรญ la importancia de que el Estado โen particular las entidades a cargo del sector agropecuarioโ no impulse la acumulaciรณn de tierras, recursos y capital, que en el escenario de post-acuerdo han venido acompaรฑadas de nuevas violencias y exclusiones.
Estas polรญticas deben tener el propรณsito de promover la inclusiรณn productiva de los habitantes rurales. Por tanto, los indicadores de รฉxito deben medirse en funciรณn del bienestar de las mismas comunidades, y no en funciรณn de las exportaciones, por ejemplo.
En este sentido, las polรญticas de desarrollo rural de carรกcter transicional deben apuntar a una regulaciรณn no violenta de los recursos en las zonas rurales. Pero, sobre todo, deben transformar las dinรกmicas de producciรณn y distribuciรณn de bienes y servicios. Estas dinรกmicas han tenido un carรกcter rentista, excluyente e insostenible, y deben pasar a ser innovadoras, incluyentes y sostenibles ambientalmente.
Aunque el crecimiento econรณmico es imprescindible, en un contexto de construcciรณn de paz, hay que velar por la calidad del crecimiento econรณmico y su contribuciรณn directa al bienestar.
Por eso las polรญticas tradicionales de atracciรณn de la inversiรณn privada o de desarrollo de mercados (de tierra, de capital, de trabajo) no son suficientes, pues se requieren polรญticas โredistributivasโ.
Ademรกs, en muchas zonas rurales aรบn existen, de una manera u otra, dinรกmicas de conflicto y control territorial de grupos armados. Hay que reconocer que estas dinรกmicas inciden en las polรญticas de desarrollo โya sea por medio del rechazo a estas intervenciones, la extorsiรณn y cooptaciรณn, entre otros ilรญcitosโ.
Hoy en dรญa, en muchas regiones del paรญs hay violencia organizada, y esto hace aรบn mรกs difรญcil la tarea de transformar los territorios rurales. Sobre todo, por la usual debilidad de la de la infraestructura social pรบblica y privada en estas zonas.
En fin, la tarea que se viene es ardua y complicada. En los prรณximos meses hay que construir esquemas completos, y tener presentes las lecciones del pasado. Pero, sobre todo, es necesario proponer una hoja de ruta viable, y lo mรกs consensuada posible para que sea sostenible.
Originally published in Razon Publica.