Public Commentary / 25 January 2019
Enfrentar al Eln sin darle un portazo a la paz

El debate tras el atentado del Eln a la Escuela General Santander se ha concentrado en los argumentos jurรญdicos sobre cumplir o no los protocolos, como si esta fuera la รบnica forma de hacer frente a esta guerrilla. Mรกs importante que eso es la estrategia de seguridad, la eficacia de la justicia y las posibilidades de buscar una salida negociada en un futuro.
La polarizaciรณn y, por supuesto, la indignaciรณn nos han llevado a tener una mirada de corto plazo sobre los hechos para buscarle justificaciones jurรญdicas a las salidas inmediatas de lado y lado. Si el atentado se enmarca o no dentro del Derecho Internacional Humanitario, si estamos obligados a cumplir los protocolos de ruptura de la mesa de negociaciรณn ante un hecho considerado terrorista, si estos รบltimos eran una polรญtica de Estado o de Gobierno y si obligan al Presidente Duque. Seguido de eso, cuรกles paรญses estรกn o no con el gobierno y cรณmo deberรญan responder los demรกs.
En un paรญs legalista como Colombia, esto desemboca en discusiones de micrรณfonos entre abogados de alto nivel tรฉcnico que podrรญan seguir indefinidamente, porque tratan sobre temas sobre los que en algunos casos hay vacรญos jurรญdicos y en donde abundan posiciones polรญticas contrarias.
Mientras nos detenemos en eso, el mundo y la regiรณn tienen los ojos puestos en Colombia, en las posibilidades que tiene una salida negociada a los conflictos armados, en los avances de su transiciรณn y en su capacidad de construir paz. Y lo que estรก pasando con el Eln por todos los lados pone en riesgo todo lo que hemos construido hasta ahora y exacerba las problemรกticas que traen las disidencias de las antiguas Farc, el aumento de cultivos ilรญcitos, la minerรญa ilegal o el asesinato de lรญderes sociales. Por esta razรณn, a esta discusiรณn y a las decisiones a las que lleguemos hay que darles otra mirada que permita construir fรณrmulas para el largo plazo.
El Eln, con un estimado de 1.700 hombres en armas segรบn el Ministerio de Defensa, se ha concentrado en controlar los territorios y las actividades ilegales dejadas por las Farc. Hoy tiene presencia a lo largo del Pacรญfico, especialmente en los departamentos de Chocรณ, Cauca y Nariรฑo, en Arauca, Vichada y el Catatumbo, y hacia el sur del paรญs en regiones donde habรญa estado histรณricamente ausente. El comandante de la Fuerza de Tarea Quirรณn, general รlvaro Vicente Pรฉrez, asegurรณ: โSabemos que hay un concubinato entre el Eln y la subestructura primera de las disidencias de las Farc y vienen haciendo actividades de coordinaciรณn para acciones ilรญcitas, cobros extorsivos, contrabando (…) y hay una distribuciรณn de cuotas porque lo que buscan es ganar ambosโ.โ
El atentado a la Escuela de Cadetes de la Policรญa Nacional incluso sugiere, para algunos expertos como Sergio Guarรญn de la Fundaciรณn Ideas para la Paz, que โla tesis que defendรญa la derrota prรกcticamente absoluta del Eln y que desestimaba su capacidad de daรฑo en las ciudades estaba totalmente equivocadaโ.
Con la sostenibilidad de la paz en juego y en un gobierno que tiene como polรญtica la estabilizaciรณn de los territorios mรกs afectados por la violencia, para que en el mediano plazo se pueda gozar de un futuro en el que se cumpla la legalidad, se promueva el emprendimiento y exista equidad, el tema del Eln necesita mucho mรกs que una decisiรณn contra sus dirigentes.
Necesita una estrategia. Y como el gobierno del Presidente Duque le apuesta a una unidad entre las distintas visiones polรญticas del paรญs para lograr consensos mรญnimos, algo que no es fรกcil en este nivel de polarizaciรณn, va a necesitar construir fรณrmulas efectivas para controlar la situaciรณn de orden pรบblico y no generar el pรกnico que naturalmente divide a la poblaciรณn.
Por eso el gobierno necesita contrarrestar la violencia del Eln, conocer a esta guerrilla para debilitarla, incluirla dentro de las estrategias de lucha contra la criminalidad organizada y dejar sin fundamentos su discurso social. El desarrollo y fortalecimiento del Estado en los territorios y la creaciรณn de oportunidades econรณmicas contribuyen a debilitar la presencia y el discurso del Eln. Esto es especialmente importante en relaciรณn con los temas ambientales y de hidrocarburos: el hecho de que existan canales democrรกticos y participativos puede ayudar a debilitar cada vez mรกs a esta organizaciรณn.
Como parte de todo el debate jurรญdico se ha planteado ademรกs un falso dilema entre si la polรญtica de paz es de gobierno o de Estado. Desde la Constituciรณn de 1991 buscar la paz es una polรญtica de Estado; esa fue la gran apuesta de ese momento, ha marcado todas las acciones de nuestras instituciones desde entonces y cada gobierno ha venido usando para ello las facultades que le da la misma Constituciรณn.
Para conseguir los objetivos que se ha planteado el actual Gobierno y consolidar la paz en los territorios, lograr un trรกnsito a la legalidad exitoso y que desaparezcan las condiciones de marginalidad que causan el atraso del campo y en la ciudad, el mismo Presidente Duque con seguridad le apostarรก a que sus decisiones relacionadas con estos objetivos, sean polรญtica de Estado. Y esto es lo acertado. De lo contrario, las medidas adoptadas no podrรกn tener efectos a largo plazo y se perderรญa el legado que pueda dejar este Gobierno para la historia.
Por ahรญ podrรญa estar la salida al nudo gordiano que enfrenta el Gobierno. En sus decisiones, y esto incluye la de cumplir o no el protocolo, pensando en el largo plazo y en la necesidad de acabar con una guerrilla tan compleja y tan peligrosa, el gobierno deberรญa asegurarse de no limitarse las posibilidades. La oportunidad de continuar con la mesa de negociaciรณn que hoy se ve como imposible, puede ser en el futuro la conclusiรณn de una estrategia de seguridad exitosa, como la que iniciรณ el gobierno de รlvaro Uribe y concluyรณ, luego de un proceso que se diรณ en medio de la confrontaciรณn armada, con la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en el 2016 y el desarme de 11.384 hombres.
En esto, mรกs allรก de cualquier argumento jurรญdico, la posibilidad de asumir compromisos polรญticos y el principio de buena fe son clave en una negociaciรณn. Sin ello no es posible sentar a enemigos histรณricos que tienen relaciones de absoluta desconfianza en la misma mesa. El gobierno debe saber que incumplir los protocolos afecta sus propias posibilidades de buscar salidas negociadas en un futuro. En el pasado (Tlaxcala, por ejemplo), el fracaso de intentos de diรกlogo ha dado pie a largos perรญodos de violencia a raรญz de esa pรฉrdida de confianza. Restablecer mรญnimos canales de comunicaciรณn ha significado, ademรกs, esfuerzos enormes que toman aรฑos en madurar.
Aunque la atenciรณn de la opiniรณn en Colombia se ha enfocado en los protocolos como la medida mรกs fuerte posible contra el Eln, es mucho mรกs lo que hay para hacer al interior del paรญs. La puesta en marcha de los protocolos no implica de ninguna manera el cese de hostilidades, la disminuciรณn en la contundencia de la Fuerza Pรบblica o la interrupciรณn de la solicitud de extradiciรณn de aquellos que se encuentren en otros paรญses, incluido el territorio venezolano.
Finalmente, la realidad de la regiรณn y los acontecimientos recientes de Venezuela tienen un efecto directo en la valoraciรณn de esta situaciรณn. Al igual que el Eln ya no es un asunto estrictamente de polรญtica interna, las decisiones que el gobierno tome en relaciรณn con la crisis polรญtica de Venezuela afectan la estabilidad y seguridad no sรณlo de la frontera sino del paรญs.
InSight Crime, en una investigaciรณn publicada el 13 de noviembre del 2018, seรฑala que el ELN opera en 12 estados de Venezuela (la mitad del paรญs) de diferentes formas y con diferentes tipos de incursiรณn. “Segรบn estos registros el ELN tendrรญa presencia en Tรกchira, Zulia, Apure, Trujillo, Anzoรกtegui, Lara, Falcรณn, Amazonas, Barinas, Portuguesa, Guรกrico y Bolรญvar. Allรญ estarรญa desarrollando actividades como contrabando de ganado, contrabando de gasolina, cobro de extorsiones, distribuciรณn de comida, emisoras de radio, reclutamiento de menores, ataques a funcionarios de cuerpos de seguridad, narcotrรกfico y minerรญa ilegal, entre otras”.
La situaciรณn actual que pone en riesgo la permanencia de Maduro en el poder deja a esta guerrilla en una circunstancia de vulnerabilidad que no puede ser desaprovechada.
Al final, en un mundo que necesita cada vez mรกs buscar salidas pacรญficas a los conflictos armados, del desenlace de esto depende que esa siga siendo una opciรณn viable, y que Colombia siga siendo pionera en este tipo de procesos.
La situaciรณn actual que pone en riesgo la permanencia de Maduro en el poder deja a esta guerrilla en una circunstancia de vulnerabilidad que no puede ser desaprovechada.
El debate tras el atentado del Eln a la Escuela General Santander se ha concentrado en los argumentos jurรญdicos sobre cumplir o no los protocolos, como si esta fuera la รบnica forma de hacer frente a esta guerrilla. Mรกs importante que eso es la estrategia de seguridad, la eficacia de la justicia y las posibilidades de buscar una salida negociada en un futuro.
La polarizaciรณn y, por supuesto, la indignaciรณn nos han llevado a tener una mirada de corto plazo sobre los hechos para buscarle justificaciones jurรญdicas a las salidas inmediatas de lado y lado. Si el atentado se enmarca o no dentro del Derecho Internacional Humanitario, si estamos obligados a cumplir los protocolos de ruptura de la mesa de negociaciรณn ante un hecho considerado terrorista, si estos รบltimos eran una polรญtica de Estado o de Gobierno y si obligan al Presidente Duque. Seguido de eso, cuรกles paรญses estรกn o no con el gobierno y cรณmo deberรญan responder los demรกs.
En un paรญs legalista como Colombia, esto desemboca en discusiones de micrรณfonos entre abogados de alto nivel tรฉcnico que podrรญan seguir indefinidamente, porque tratan sobre temas sobre los que en algunos casos hay vacรญos jurรญdicos y en donde abundan posiciones polรญticas contrarias.
Mientras nos detenemos en eso, el mundo y la regiรณn tienen los ojos puestos en Colombia, en las posibilidades que tiene una salida negociada a los conflictos armados, en los avances de su transiciรณn y en su capacidad de construir paz. Y lo que estรก pasando con el Eln por todos los lados pone en riesgo todo lo que hemos construido hasta ahora y exacerba las problemรกticas que traen las disidencias de las antiguas Farc, el aumento de cultivos ilรญcitos, la minerรญa ilegal o el asesinato de lรญderes sociales. Por esta razรณn, a esta discusiรณn y a las decisiones a las que lleguemos hay que darles otra mirada que permita construir fรณrmulas para el largo plazo.
El Eln, con un estimado de 1.700 hombres en armas segรบn el Ministerio de Defensa, se ha concentrado en controlar los territorios y las actividades ilegales dejadas por las Farc. Hoy tiene presencia a lo largo del Pacรญfico, especialmente en los departamentos de Chocรณ, Cauca y Nariรฑo, en Arauca, Vichada y el Catatumbo, y hacia el sur del paรญs en regiones donde habรญa estado histรณricamente ausente. El comandante de la Fuerza de Tarea Quirรณn, general รlvaro Vicente Pรฉrez, asegurรณ: โSabemos que hay un concubinato entre el Eln y la subestructura primera de las disidencias de las Farc y vienen haciendo actividades de coordinaciรณn para acciones ilรญcitas, cobros extorsivos, contrabando (…) y hay una distribuciรณn de cuotas porque lo que buscan es ganar ambosโ.โ
El atentado a la Escuela de Cadetes de la Policรญa Nacional incluso sugiere, para algunos expertos como Sergio Guarรญn de la Fundaciรณn Ideas para la Paz, que โla tesis que defendรญa la derrota prรกcticamente absoluta del Eln y que desestimaba su capacidad de daรฑo en las ciudades estaba totalmente equivocadaโ.
Con la sostenibilidad de la paz en juego y en un gobierno que tiene como polรญtica la estabilizaciรณn de los territorios mรกs afectados por la violencia, para que en el mediano plazo se pueda gozar de un futuro en el que se cumpla la legalidad, se promueva el emprendimiento y exista equidad, el tema del Eln necesita mucho mรกs que una decisiรณn contra sus dirigentes.
Necesita una estrategia. Y como el gobierno del Presidente Duque le apuesta a una unidad entre las distintas visiones polรญticas del paรญs para lograr consensos mรญnimos, algo que no es fรกcil en este nivel de polarizaciรณn, va a necesitar construir fรณrmulas efectivas para controlar la situaciรณn de orden pรบblico y no generar el pรกnico que naturalmente divide a la poblaciรณn.
Por eso el gobierno necesita contrarrestar la violencia del Eln, conocer a esta guerrilla para debilitarla, incluirla dentro de las estrategias de lucha contra la criminalidad organizada y dejar sin fundamentos su discurso social. El desarrollo y fortalecimiento del Estado en los territorios y la creaciรณn de oportunidades econรณmicas contribuyen a debilitar la presencia y el discurso del Eln. Esto es especialmente importante en relaciรณn con los temas ambientales y de hidrocarburos: el hecho de que existan canales democrรกticos y participativos puede ayudar a debilitar cada vez mรกs a esta organizaciรณn.
Como parte de todo el debate jurรญdico se ha planteado ademรกs un falso dilema entre si la polรญtica de paz es de gobierno o de Estado. Desde la Constituciรณn de 1991 buscar la paz es una polรญtica de Estado; esa fue la gran apuesta de ese momento, ha marcado todas las acciones de nuestras instituciones desde entonces y cada gobierno ha venido usando para ello las facultades que le da la misma Constituciรณn.
Para conseguir los objetivos que se ha planteado el actual Gobierno y consolidar la paz en los territorios, lograr un trรกnsito a la legalidad exitoso y que desaparezcan las condiciones de marginalidad que causan el atraso del campo y en la ciudad, el mismo Presidente Duque con seguridad le apostarรก a que sus decisiones relacionadas con estos objetivos, sean polรญtica de Estado. Y esto es lo acertado. De lo contrario, las medidas adoptadas no podrรกn tener efectos a largo plazo y se perderรญa el legado que pueda dejar este Gobierno para la historia.
Por ahรญ podrรญa estar la salida al nudo gordiano que enfrenta el Gobierno. En sus decisiones, y esto incluye la de cumplir o no el protocolo, pensando en el largo plazo y en la necesidad de acabar con una guerrilla tan compleja y tan peligrosa, el gobierno deberรญa asegurarse de no limitarse las posibilidades. La oportunidad de continuar con la mesa de negociaciรณn que hoy se ve como imposible, puede ser en el futuro la conclusiรณn de una estrategia de seguridad exitosa, como la que iniciรณ el gobierno de รlvaro Uribe y concluyรณ, luego de un proceso que se diรณ en medio de la confrontaciรณn armada, con la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en el 2016 y el desarme de 11.384 hombres.
En esto, mรกs allรก de cualquier argumento jurรญdico, la posibilidad de asumir compromisos polรญticos y el principio de buena fe son clave en una negociaciรณn. Sin ello no es posible sentar a enemigos histรณricos que tienen relaciones de absoluta desconfianza en la misma mesa. El gobierno debe saber que incumplir los protocolos afecta sus propias posibilidades de buscar salidas negociadas en un futuro. En el pasado (Tlaxcala, por ejemplo), el fracaso de intentos de diรกlogo ha dado pie a largos perรญodos de violencia a raรญz de esa pรฉrdida de confianza. Restablecer mรญnimos canales de comunicaciรณn ha significado, ademรกs, esfuerzos enormes que toman aรฑos en madurar.
Aunque la atenciรณn de la opiniรณn en Colombia se ha enfocado en los protocolos como la medida mรกs fuerte posible contra el Eln, es mucho mรกs lo que hay para hacer al interior del paรญs. La puesta en marcha de los protocolos no implica de ninguna manera el cese de hostilidades, la disminuciรณn en la contundencia de la Fuerza Pรบblica o la interrupciรณn de la solicitud de extradiciรณn de aquellos que se encuentren en otros paรญses, incluido el territorio venezolano.
Finalmente, la realidad de la regiรณn y los acontecimientos recientes de Venezuela tienen un efecto directo en la valoraciรณn de esta situaciรณn. Al igual que el Eln ya no es un asunto estrictamente de polรญtica interna, las decisiones que el gobierno tome en relaciรณn con la crisis polรญtica de Venezuela afectan la estabilidad y seguridad no sรณlo de la frontera sino del paรญs.
InSight Crime, en una investigaciรณn publicada el 13 de noviembre del 2018, seรฑala que el ELN opera en 12 estados de Venezuela (la mitad del paรญs) de diferentes formas y con diferentes tipos de incursiรณn. “Segรบn estos registros el ELN tendrรญa presencia en Tรกchira, Zulia, Apure, Trujillo, Anzoรกtegui, Lara, Falcรณn, Amazonas, Barinas, Portuguesa, Guรกrico y Bolรญvar. Allรญ estarรญa desarrollando actividades como contrabando de ganado, contrabando de gasolina, cobro de extorsiones, distribuciรณn de comida, emisoras de radio, reclutamiento de menores, ataques a funcionarios de cuerpos de seguridad, narcotrรกfico y minerรญa ilegal, entre otras”.
La situaciรณn actual que pone en riesgo la permanencia de Maduro en el poder deja a esta guerrilla en una circunstancia de vulnerabilidad que no puede ser desaprovechada.
Al final, en un mundo que necesita cada vez mรกs buscar salidas pacรญficas a los conflictos armados, del desenlace de esto depende que esa siga siendo una opciรณn viable, y que Colombia siga siendo pionera en este tipo de procesos.
La situaciรณn actual que pone en riesgo la permanencia de Maduro en el poder deja a esta guerrilla en una circunstancia de vulnerabilidad que no puede ser desaprovechada.
Originally published in El Tiempo.
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