Public Commentary / 21 March 2018

Las seis cosas de la implementaciĆ³n que las campaƱas electorales no dejan ver

Con la distracciĆ³n del debate electoral se estĆ” perdiendo de vista una de las preocupaciones mĆ”s importantes que tendrĆ” el nuevo gobierno, la sostenibilidad de la paz.

En medio de los resultados electorales del Congreso y las campaƱas de presidencia, ha generado debate en la opiniĆ³n pĆŗblica la puesta en marcha de la JurisdicciĆ³n Especial para la Paz (JEP). Sin embargo, hay al menos otros seis temas que han pasado a un segundo plano a pesar de que son esenciales: la reincorporaciĆ³n, la seguridad, los cultivos ilĆ­citos, la precaria situaciĆ³n de las vĆ­ctimas, las normas pendientes y la institucionalidad para la paz que estĆ” a media marcha.

1) El acuerdo que falta en reincorporaciĆ³n

SegĆŗn el Ministerio de Defensa ya hay mĆ”s de 1.100 disidentes de las Farc. Es usual que tras la firma de un acuerdo de paz un porcentaje de excombatientes vuelva a reagruparse, pero la abultada cifra que anunciĆ³ el Gobierno genera preocupaciĆ³n.

No sĆ³lo porque complica el ya de por sĆ­ enredado panorama de seguridad en los territorios, donde hay mĆŗltiples actores ilegales disputĆ”ndose el control del narcotrĆ”fico y los espacios vacĆ­os dejados por las Farc. Sino tambiĆ©n porque cuestiona los resultados del programa de reincorporaciĆ³n, pues deja ver que no ha logrado evitar que los exguerrilleros se sigan rearmando.

Mientras que Gobierno y Farc, tras meses de discusiĆ³n, no han podido ponerse de acuerdo sobre el enfoque de la reincorporaciĆ³n — para la Agencia de NormalizaciĆ³n y ReincorporaciĆ³n (ARN, antes ACR), Ć©sta debe tener un carĆ”cter mĆ”s individual y para las Farc uno mĆ”s colectivo –, los exguerrilleros rasos y medios que han permanecido en lo que eran las zonas veredales se han cansado de esperar que les resuelvan su situaciĆ³n econĆ³mica (ver Comunicado reincorporaciĆ³n Grupo Plural).

En varias de estas zonas, los excombatientes han decidido desarrollar iniciativas productivas con el apoyo que les dio el Gobierno. En Buenavista, Cauca, por ejemplo, crearon una cooperativa de cafƩ que ya estƔ incluso comercializando el cafƩ en BogotƔ.

Toda esta incertidumbre frente a la oferta institucional y sobre su futuro inmediato desincentiva a los excombatientes a permanecer en la legalidad, y aumenta las probabilidades de que se vinculen a otros grupos armados ilegales.

 2) El problema de la seguridad

Lo que el creciente aumento de las disidencias indica es que en este momento hay una recomposiciĆ³n de los grupos armados ilegales (en tĆ©rminos de redes de logĆ­stica, financiamiento, control territorial), que genera un complejo escenario de seguridad, con diversos actores y dinĆ”micas a nivel regional.

En esta coyuntura, existe un riesgo de que la desapariciĆ³n de las Farc como organizaciĆ³n armada no se traduzca en mayor tranquilidad para los municipios mĆ”s golpeados por el conflicto sino en un reemplazo de un actor ilegal por otro.

Para evitar que esto ocurra, cabe preguntarse en el escenario actual en quĆ© va, por un lado, el fortalecimiento del pie de fuerza de la policĆ­a rural para garantizar la seguridad ciudadana y la protecciĆ³n de lĆ­deres sociales. Y, por el otro, la estrategia de realizar operativos conjuntos entre militares y policĆ­a que  ā€“ articulados con FiscalĆ­a y el sistema judicial y de la mano del fortalecimiento de la justicia a nivel local ā€“ estĆ”n dirigidos a combatir, perseguir y judicializar a los grupos al margen de la ley y el crimen organizado.

3) La realidad de los cultivos ilĆ­citos

Este escenario de recomposiciĆ³n de los actores armados, ha estado alimentado en los Ćŗltimos aƱos por el significativo aumento de los cultivos ilĆ­citos, que pasaron de 48 mil hectĆ”reas en 2012, a 144 mil en 2016, sin duda uno de los factores que mĆ”s pone en riesgo la sostenibilidad de la paz.

El tema de las drogas ilĆ­citas se acordĆ³ en La Habana bajo una mirada integral. En la prĆ”ctica, sin embargo, lo que ha hecho el Gobierno es avanzar con la sustituciĆ³n de cultivos y la erradicaciĆ³n forzosa por carriles separados y con metas e incentivos opuestos, sin que haya una visiĆ³n global que las articule. Y sin darle la suficiente importancia a la lucha contra el lavado de activos, que es estratĆ©gica para combatir al narcotrĆ”fico.

Por un lado la sustituciĆ³n viene avanzando con lentitud y problemas, y por otro, la inversiĆ³n en bienes pĆŗblicos rurales que es lo que le da sostenibilidad a largo plazo a la sustituciĆ³n no arranca. AdemĆ”s, todavĆ­a no hay ningĆŗn avance concreto en la sustituciĆ³n en territorios Ć©tnicos y parques nacionales (que concentran el 32 por ciento de la coca del paĆ­s).  

4) La precaria situaciĆ³n de las vĆ­ctimas

Desde un principio estaba claro que lo urgente era avanzar en medidas como las amnistĆ­as, los indultos y libertades condicionales. Para inclinar la balanza de estas medidas rĆ”pidas tambiĆ©n hacia las vĆ­ctimas, el Acuerdo contemplaba actos tempranos de reconocimiento de responsabilidad y acciones concretas de contribuciĆ³n a la reparaciĆ³n.

En 2016 y 2017, las Farc reconocieron responsabilidad por lo ocurrido ante las comunidades de BojayĆ” y La Chinita, los familiares de los Diputados del Valle y las vĆ­ctimas de El Nogal. El Gobierno, en nombre del Estado, hizo lo propio con la UniĆ³n PatriĆ³tica.

Estos reconocimientos han tenido un impacto enorme para las vĆ­ctimas y la reconciliaciĆ³n. Pero aĆŗn  no son suficientes para que la sociedad perciba una verdadero compromiso con los derechos de las vĆ­ctimas. Es necesario retomarlos cuanto antes, sobre todo teniendo en cuenta que tanto las sentencias de la JEP como los avances de la ComisiĆ³n de la Verdad y de la Unidad de BĆŗsqueda todavĆ­a van a tomar un tiempo.

AdemĆ”s, aunque en la actualidad hay 108 planes de reparaciĆ³n colectiva en marcha, que incluyen, entre otras, medidas de recuperaciĆ³n de infraestructura y proyectos productivos, y en las cuales pueden participar exguerrilleros desmovilizados, lo cierto es que desde la salida de Paula Gaviria poco o nada se sabe de la Unidad para las VĆ­ctimas.  

Esto, sumado a la falta de coordinaciĆ³n institucional desde el traslado de los excombatientes a las zonas veredales, ha impedido hacer realidad la idea de que las vĆ­ctimas estĆ”n en el centro del Acuerdo, y reducir la desconfianza y la polarizaciĆ³n de la sociedad en torno a la paz.

5) Las normas pendientes

El perĆ­odo legislativo que comienza en marzo serĆ” la Ćŗltima oportunidad que tendrĆ” el gobierno de Santos para impulsar normas que son vitales para la implementaciĆ³n y que no alcanzaron a pasar antes. Lo demĆ”s correrĆ” la suerte de lo que decidan el nuevo Congreso y el nuevo gobierno.

Entre las normas pendientes, estĆ”n la Ley de procedimiento de la JEP, la que garantiza que la implementaciĆ³n tenga herramientas de planeaciĆ³n y presupuesto a largo plazo, el marco jurĆ­dico para el catastro multipropĆ³sito, la creaciĆ³n de la jurisdicciĆ³n agraria, la Ley de tierras, el tratamiento especial para pequeƱos cultivadores de coca y la modificaciĆ³n a la Ley de vĆ­ctimas.

6) La institucionalidad para la paz que estĆ” a media marcha

Aunque en el debate electoral poco se ha visibilizado este tema, hay un trabajo institucional iniciado que es urgente continuar para dar respuestas y hacer presencia Estado a las comunidades que han sufrido la guerra, mƔs allƔ de garantizar la seguridad.

Sin duda ha habido avances considerables. La creaciĆ³n de las agencias del sector rural en 2015 (la de tierras, la de desarrollo rural y la de renovaciĆ³n del territorio), la ejecuciĆ³n de proyectos de respuesta rĆ”pida con recursos de cooperaciĆ³n internacional en varios municipios del paĆ­s, el comienzo del proceso de planeaciĆ³n participativa a nivel veredal, entre otros.

Sin embargo, parecen haberse quedado cortos, y la institucionalidad ha sido lenta y dƩbil en enfrentar el enorme reto de recuperar la confianza en el Estado.

El Fondo Colombia en Paz, por ejemplo, que se pensĆ³ como el mecanismo para administrar los recursos del posconflicto de manera Ć”gil y oportuna, lleva mĆ”s de tres aƱos en proceso de creaciĆ³n por parte de la Alta ConsejerĆ­a para el Posconflicto. Aunque ya estĆ” funcionando en el papel, en la prĆ”ctica el Fondo no tiene mĆŗsculo administrativo. Actualmente, tiene un enorme retraso en contratar y pagarle al personal que se necesita tener en campo para continuar con los procesos de planeaciĆ³n participativa que arrancĆ³ el aƱo pasado la Agencia para la RenovaciĆ³n del Territorio.

Si estos seis temas por ahora invisibilizados no adquieren mĆ”s fuerza en los prĆ³ximos meses, el proceso de paz perderĆ” su impulso y la paz no serĆ” la oportunidad para trabajar sobre los elementos sustantivos asociados al conflicto. En tal contexto, el nuevo gobierno difĆ­cilmente podrĆ” superar el descontento en estos temas trascendentales, que van mĆ”s allĆ” de cualquier campaƱa o partido polĆ­tico.

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