Language: EspaƱol

Salgamos del confort de las certezas a conversar y escuchar a quienes se resisten a verse atrapados por las fuerzas de la polarizaciĆ³n.

De tanto insistir en que estamos polarizados, ya nos la creĆ­mos, actuamos en consecuencia y hay poca voluntad de las partes en intervenir para que la fractura de la conversaciĆ³n pĆŗblica no solo sane, sino que por lo menos no se vuelva irreversible. Es obvio que a los polos les reditĆŗan sus respectivas estridencias. Pero soy una convencida de que no estamos destinados a quedar atrapados en la guerra de las etiquetas ni en la aniquilaciĆ³n del otro. Solo que nos queda poco tiempo para actuar.

“Esto va a enloquecer a los encuestadores”. Recorrer EspaƱa para escuchar a los indecisos de cara a las pasadas elecciones. Es Jacobo GarcĆ­a, extraordinario periodista de El PaĆ­s, moviĆ©ndose de pueblos a ciudades, entre bares y monasterios, alguna playa y mucha carretera, el chiringuito y la plaza, para salir al encuentro “de ese 22.5% del electorado que sigue meditando su voto”. Para escucharlos, para que hablen, para entender los enormes matices que se escapan de las encuestas y de las proclamas, pero que forman narrativa y naciĆ³n.

En los relatos encontramos a quienes dicen que la gente ya prefiere no opinar, porque todos estĆ”n muy peleados, pero que la urna es su espacio de marcar lo que han preferido no decir. Y hay personas indecisas, como duda individual, pero hay tambiĆ©n ciudades o poblados indecisos, casi en la duda exponencial. Duda, dudar. Cuando te acercas a conversar, a la gente le gusta hablar de su cotidianeidad, la propia y la compartida. “EstĆ” todo tan caro que hasta las compresas las compro sin alas para ahorrar”. En el monasterio de clausura sĆ­ se escucha la radio, a veces, y sĆ­ se tienen opiniones. Y se va a votar. Las seƱoras ya mayores, en otra plaza, amigas de la vida, coquetean entre el menos feo y el que les hable bonito. Duda, dudar. La duda como motivo de bĆŗsqueda y de dinamismo frente a la parĆ”lisis de las certezas. “Es que yo he votado por la izquierda, pero de Vox (extrema derecha) me gusta que hablan claro. Y sĆ­, podrĆ­a votar por la izquierda o votar por Vox”. Esto va a enloquecer a los encuestadores.

El Instituto para las Transiciones Integradas, IFIT, esfuerzo global de creaciĆ³n de conocimiento e intervenciĆ³n conceptual al que pertenezco desde hace algunos aƱos, acaba de publicar un documento de trabajo que convoca a un mayor consenso sobre los fundamentos de la polarizaciĆ³n como realidad y como objeto de estudio. Se reconoce como premisa que, si bien el problema de la polarizaciĆ³n no puede equipararse al de las guerras civiles, el autoritarismo, los genocidios, etc., sĆ­ puede convertirse en presagio y acelerador de todo. Se trata, entonces, de un “hiper problema”: el tipo de problema que dificulta la resoluciĆ³n de cualquier otro problema.

Hasta aquĆ­ suena interesante. La bronca estĆ” en reconocer su existencia, dimensionar su profundidad y aquilatar los esfuerzos requeridos para alguna intervenciĆ³n. La polarizaciĆ³n Āæes permanente o efĆ­mera? ĀæNegativa o positiva? ĀæBipolar o multipolar? ĀæHorizontal o vertical? ĀæRacional o emocional? ĀæAmplia o acotada? ĀæY a quiĆ©n le importa y quiĆ©nes se hacen responsables de revertirla? En el esfuerzo por aprehender las caracterĆ­sticas de la polarizaciĆ³n, una me parece particularmente destacable para el momento que vivimos. Coinciden los autores del estudio en que la polarizaciĆ³n se vuelve preocupante cuando en cada polo hay una masa crĆ­tica que supera por mucho a la masa mĆ”s pequeƱa entre ambos. Cuando los de los extremos son muchos mĆ”s que los que se quedan en medio, por ponerlo mĆ”s simple. Y ahĆ­ es donde creo que todavĆ­a hay espacio para la intervenciĆ³n en nuestro paĆ­s.

Ya que Elon Musk decidiĆ³ joder Twitter, sigamos el ejemplo de lo que hicieron Jacobo GarcĆ­a y tantos mĆ”s que celebran los matices por encima de los absolutos: salgamos del confort de nuestras certezas y de nuestras redes para conversar con y escuchar a quienes se resisten, conscientes o no, a verse atrapados por las fuerzas centrĆ­fugas de la polarizaciĆ³n. No, no se trata de aflojarnos en terracerĆ­a ni de coleccionar estampas multicolores. Tampoco de sucumbir a la tibieza de la indefiniciĆ³n. De lo que se trata es de fortalecer la masa muy diversa que impide que los polos estridentes se expandan y monopolicen el megĆ”fono. Hacerlo para salvar la democracia. Y para que la polarizaciĆ³n paralizante no se vuelva profecĆ­a autocumplida.

Originally published in El Reforma.

Esta publicaciĆ³n documenta diez experiencias implementadas a nivel local en MĆ©xico que atendieron distintas problemĆ”ticas que muestran posibles caminos para la construcciĆ³n de paz en MĆ©xico. Este esfuerzo por organizar los elementos, el contexto y los actores que convergieron en las distintas experiencias; es un ejercicio por reconocer aquello en lo cual se ha avanzado, las lecciones que puede arrojar y aquellos aspectos que pueden ser importantes para su sostenibilidad y rĆ©plica en otros lugares de MĆ©xico.

El identificador DOI para esta publicaciĆ³n es: https://doi.org/10.5281/zenodo.12697859

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Este documento reĆŗne las reflexiones que surgieron en materia de violencia y el rol de las fuerzas de seguridad en MĆ©xico, durante los diĆ”logos organizados por el Instituto para las Transiciones Integrales (IFIT) con militares retirados, miembros del Grupo de Apoyo para la ConstrucciĆ³n de Paz y expertos del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (CESIG) del ITAM, con el propĆ³sito de construir insumos cualificados provenientes de una conversaciĆ³n abierta y franca que contribuyeran a nutrir el diagnĆ³stico sobre la situaciĆ³n que afronta MĆ©xico y a encontrar posibles rutas de soluciĆ³n, proponiendo a la opiniĆ³n pĆŗblica nuevas premisas para la conversaciĆ³n.’

El identificador DOI para esta publicaciĆ³n es: https://doi.org/10.5281/zenodo.12697835

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La agenda de negociaciĆ³n definida entre el Gobierno de Gustavo Petro y la guerrilla ha generado controversia, y resulta clave que esto no se quede en polarizaciĆ³n polĆ­tica

La agenda de negociaciĆ³n definida entre el Gobierno de Colombia y el ELN ha generado controversia, y resulta clave que esto no se quede en polarizaciĆ³n polĆ­tica entre visiones ideolĆ³gicas o experiencias de distintos Gobiernos, sino que contribuya a darle sostenibilidad y sustancia a este nuevo esfuerzo por ponerle fin al conflicto con esa guerrilla.

Este proceso le sigue en el tiempo a un Acuerdo que logrĆ³ desmovilizar a mĆ”s de 13.000 excombatientes, ponerle fin a las FARC como las conocĆ­amos, proponer e iniciar una serie de reformas transformadoras en los municipios mĆ”s vulnerables a la violencia y crear el sistema integral de justicia transicional mĆ”s ambicioso que se ha conocido en el mundo.

Si el Acuerdo de 2016 nos enseĆ±Ć³ algo, es que es viable lograr acuerdos transformadores y compromisos para poner fin a la violencia, llevar a cabo desmovilizaciones efectivas y pensar juntos en cĆ³mo abordar las atrocidades del pasado. En Colombia ya sabemos que podemos firmar un Acuerdo de Paz ambicioso y ponerlo en marcha.

En este sentido, el debate sobre el ā€œAcuerdo de MĆ©xicoā€ no deberĆ­a versar sobre quiĆ©n hizo mĆ”s en cuĆ”ntos meses, quiĆ©n es mĆ”s incluyente o quiĆ©n privilegia un formato de negociaciĆ³n. Eso solo agudiza la polarizaciĆ³n que ahora pareciera existir entre sectores que han tenido la paz como proyecto de vida; contribuye en poco o en nada a la urgencia humanitaria e histĆ³rica de ponerle fin al conflicto y de que las armas dejen de ser el vehĆ­culo para reclamar o proponer transformaciones.

PodrĆ­amos empezar por dar tres debates que caben en lo que plantea el ā€œAcuerdo de MĆ©xicoā€ y ayudan a darle concreciĆ³n, buscando que nutran lo que se hable en la Mesa y envĆ­en un mensaje de urgencia y de oportunidad.

El problema de las armas

El modelo de Irlanda del Norte, tan mencionado por estos dĆ­as en el debate, en el que el desarme tardĆ³ siete aƱos, tiene que ser estudiado con cuidado porque generĆ³ enormes tensiones y desconfianza entre las partes e implicĆ³ que tuvieran que pasar esos siete aƱos para que el IRA renunciara completamente a la violencia.

TambiĆ©n en 1957, por voluntad propia, la resistencia campesina de Marquetalia guardĆ³ sus armas en una caleta para siete aƱos despuĆ©s sacarlas e iniciar lo que hasta el 2016 conocimos como las FARC. En La Habana las FARC alcanzaron a pensar en guardar las armas, pero se sumaron a la idea de que la participaciĆ³n polĆ­tica y el Acuerdo sĆ³lo eran viables si las dejaban, aceptando hablar de ā€œdejaciĆ³n de armasā€, no de entrega. Ese fue el tĆ©rmino que quedĆ³.

Necesitamos que este sea un tema central que invite al ELN a participar -sin armas- de las transformaciones, que no se pueden hacer sin ellos pero tampoco con armas que puedan volver a utilizarse en cualquier momento. En MĆ©xico, por ejemplo, una de las circunstancias que mĆ”s alimenta la violencia y la criminalidad, incluso por encima del narcotrĆ”fico y otras economĆ­as ilegales, es la circulaciĆ³n y existencia de un nĆŗmero tan elevado de armas.

El Ć©nfasis que tiene el discurso del ELN en la participaciĆ³n y protecciĆ³n de la poblaciĆ³n civil necesita de un cese de hostilidades y requiere que desaparezcan las armas de la ecuaciĆ³n, que siempre son una fuente de sufrimiento, zozobra e inestabilidad de los procesos.

Si la participaciĆ³n de la sociedad civil sobre todos los temas ā€œque ataƱen a la democracia y a las transformaciones para la pazā€ ā€“que segĆŗn la agenda es el eje central del proceso-, llama la atenciĆ³n que el uso de las armas no aparezca allĆ­. Seguramente las comunidades del ChocĆ³ que el pasado 25 de febrero enfrentaron un paro armado del ELN quisieran tambiĆ©n pronunciarse al respecto.

Por dĆ³nde empiezan las transformaciones para la paz

La resiliencia y el empoderamiento de las comunidades que tanto han luchado por la construcciĆ³n de paz deja ver que las transformaciones no son solo una tarea del Estado, y que quienes mejor pueden guiarla son las comunidades.

Al respecto, el punto 3 de la agenda sobre transformaciones para la paz plantea ā€œpactar polĆ­ticas y un plan integral de transformaciones, mediante la implementaciĆ³n de proyectos especĆ­ficos del orden nacional y territorial, con la participaciĆ³n de la sociedad, que haga viable una Colombia en paz, en democracia, soberana, con equidad y justicia social, donde se haga innecesario el uso de las armas para impedir o alentar tales transformacionesā€.

Es difĆ­cil pensar que estas transformaciones puedan darse en medio de violencia, amenazas, extorsiĆ³n e incertidumbre. DifĆ­cilmente las pondrĆ”n en marcha las instituciones centrales o locales sin antes buscar garantizar algĆŗn nivel de seguridad.

Como la presencia de otros grupos armados operando en las mismas zonas que el ELN complica la secuencia, es posible que varias cosas deban pasar de manera simultĆ”nea, y que la puesta en marcha y verificaciĆ³n de esas transformaciones tome varios aƱos. Por eso, para lograr el fin del conflicto, a las partes no les conviene pactar y mucho menos ponerse de prerrequisitos obligaciones que van mĆ”s allĆ” de la Mesa, cuyo cumplimiento difĆ­cilmente puede medirse con inmediatez. Al Gobierno de Petro y al ELN les conviene evitar hechos de violencia o intimidaciĆ³n que opaquen los esfuerzos de transformaciĆ³n, que de por sĆ­ tienen muchos obstĆ”culos.

El miedo al incumplimiento

Es usual que en una negociaciĆ³n de paz la desconfianza entre las partes estĆ© presente antes, durante y despuĆ©s del acuerdo. Esto, sin embargo, se puede resolver -o cuando menos atenuar- con metodologĆ­a, garantĆ­as y mecanismos para corregir cualquier incumplimiento.

La agenda plantea lo que ha sido el deseo de todos los procesos, que puedan ā€œtrascender la voluntad explĆ­cita del presente gobierno y constituirse en mandatos de Estado.ā€ La verdadera garantĆ­a para el ELN de que este o futuros Gobiernos le cumplan no estĆ” en conservar las armas o exigir que se salden deudas histĆ³ricas y se garanticen esas transformaciones previamente, sino en pasar rĆ”pidamente a la vida civil para sumar esfuerzos en el cumplimiento de esos Acuerdos.

De hecho, lo que mƔs confianza le darƭa a el ELN o a cualquier otro grupo frente a la posibilidad de que el Gobierno cumpla, es que la arquitectura institucional y los procesos en marcha del Acuerdo con las FARC, que hoy son el vehƭculo mƔs fƔcil porque ya estƔn en funcionamiento, se tornen en una prioridad en narrativa, pero sobre todo en acciones.

Efectivamente, la voluntad polĆ­tica que tiene el Gobierno para negociar, su legitimidad entre comunidades que histĆ³ricamente se han visto tan afectados por el conflicto, y la invitaciĆ³n que hace la Mesa a que este proceso venga de la mano con un ā€œGran Acuerdo Nacionalā€ son elementos del contexto que representan una oportunidad Ćŗnica que no se puede dejar pasar. Pero ese Gran Acuerdo empieza por poner a trabajar juntos a todos los sectores que han buscado ponerle fin al conflicto y construir la paz durante dĆ©cadas, y aprovechar el acumulado que tenemos en metodologĆ­as y aproximaciones a la negociaciĆ³n y a la construcciĆ³n de la paz.

Originally published in El PaĆ­s.

Debemos cuestionarnos las aproximaciones a esos dos objetivos que hemos tenido en todas estas dƩcadas de conflicto

Los interrogantes sobre la materializaciĆ³n de la paz total del presidente Gustavo Petro, en medio de las difĆ­ciles condiciones de violencia que atraviesa Colombia, nos llevan a volver a caer en el falso dilema de si apostarle a la seguridad o a la paz como si fueran dos elementos completamente opuestos.

En su rueda de prensa de este jueves el ministro de Defensa, IvĆ”n VelĆ”squez, planteĆ³ que ā€œla bĆŗsqueda de la paz no significa debilidadā€, abordando, entre otras, la gran pregunta de cuĆ”l es el rol de las fuerzas militares en la paz total que propone el gobierno. El ministro introdujo los principales componentes de la ā€œEstrategia integral e interinstitucional para la vida y la pazā€ y ademĆ”s mencionĆ³ la necesidad de incrementar los esfuerzos en materia de inteligencia, el accionar de la fuerza pĆŗblica, la persecuciĆ³n de recursos ilĆ­citos y lavado de activos, entre otras.

La aproximaciĆ³n del Gobierno habĆ­a sido en tĆ©rminos de trabajar por una mayor transparencia, luchar contra la corrupciĆ³n, promover el respeto a los derechos humanos y reformar el sector seguridad. Lo que sigue es pensar en lo que este sector puede hacer para acercarse a la construcciĆ³n de paz y a la ciudadanĆ­a.

Aunque el mensaje del ministro busca ser contundente, entre el plan de gobierno de la campaƱa y los pronunciamientos hasta la fecha, este Gobierno ha planteado narrativas sobre la seguridad y la paz que van en muchas direcciones y que requieren articularse entre sƭ. Mientras eso ocurre volvemos a caer en el falso dilema entre hacer frente a la violencia con mayor autoridad o uso de la fuerza, o si recurrir a la paz.

Una de las narrativas es la de ā€œla desmilitarizaciĆ³n de la vida socialā€, de un cambio en la doctrina de seguridad nacional y de una nueva polĆ­tica de defensa nacional que apunta a la ā€œpolĆ­tica de seguridad humanaā€. Ha hecho pronunciamientos sobre regiones de paz, sobre cese de hostilidades, privilegiar el diĆ”logo frente al uso de la fuerza en la problemĆ”tica de las ocupaciones de tierras, y cesar los bombardeos aĆ©reos y la erradicaciĆ³n forzosa de los cultivos de uso ilĆ­cito. Esto, sumado a la remociĆ³n de alrededor de 70 generales y coroneles del EjĆ©rcito y la PolicĆ­a, muestra que lo que se viene es un cambio en la forma de hacer las cosas en donde la sombrilla de todo sigue siendo la polĆ­tica de paz total.

Aunque la articulaciĆ³n entre el rol de la seguridad y el propĆ³sito de hacer la paz pareciera obvia en un paĆ­s que lleva tantas dĆ©cadas de conflicto armado, nunca ha sido fĆ”cil. En efecto, la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, que contĆ³ por primera vez en la historia de las negociaciones con la participaciĆ³n activa de miembros de la fuerza pĆŗblica, trajo dos retos que siguen pendientes: 1) garantizar la seguridad en los territorios mĆ”s afectados por el conflicto y mĆ”s vulnerables a este; y 2) que desde las fuerzas militares se repensara y rediseƱara su rol para un escenario de construcciĆ³n de paz.

Desde el Instituto para las Transiciones Integrales (IFIT, por sus siglas en inglĆ©s), planteamos en noviembre de 2018 la importancia de concebir la seguridad desde una visiĆ³n de construcciĆ³n de paz. Y para eso, seƱalamos la necesidad de pensar en una polĆ­tica de seguridad integral que reconociera las particularidades de cada territorio, de apostarle fuertemente a la construcciĆ³n de confianza con la ciudadanĆ­a y de construir sobre lo construido, sobre los esfuerzos ya hechos anteriormente por la Fuerza PĆŗblica pero tambiĆ©n por otras entidades el Estado en materia, por ejemplo, de implementaciĆ³n del Acuerdo de Paz en el nivel territorial.

Cuatro aƱos despuĆ©s, Colombia tiene pendiente construir una polĆ­tica de seguridad acorde a los desafĆ­os del momento, un momento en el que las dinĆ”micas de violencia y conflicto han cambiado pero siguen vigentes y potentes, y en el que la pregunta sobre cĆ³mo armonizar y hacer compatible la seguridad y la paz no estĆ” resuelta. Y eso se vuelve mĆ”s evidente en un escenario en el que la balanza se inclina de manera aparente mĆ”s hacia la paz que hacia la seguridad.

Lo paradĆ³jico es que las distintas polĆ­ticas que se han implementado para hacer frente a la violencia y al conflicto en Colombia, desde cualquier orilla ideolĆ³gica, reconocen el rol de la fuerza pĆŗblica como uno de proteger a la sociedad civil, que es al final de cuentas lo que dice la ConstituciĆ³n. Eso deja ver que o no todos entendemos lo mismo cuando decimos ā€œprotecciĆ³n de la sociedad civilā€ o no hemos logrado darle un contenido para que quepan de manera simultĆ”nea la garantĆ­a de la seguridad y los esfuerzos para hacer la paz.

Francisco de Roux, ex Presidente de la ComisiĆ³n de la Verdad, en su declaraciĆ³n sobre el Informe Final de la ComisiĆ³n, cuestiona precisamente las distintas aproximaciones que hemos tenido en el paĆ­s a la seguridad, hablando de una seguridad agresiva y de terror, una ā€œseguridad que no da seguridadā€ por oposiciĆ³n a una seguridad serena. Y propone ā€œuna nueva visiĆ³n de la seguridad para la construcciĆ³n de pazā€.

La tarea de acercar la seguridad a la paz y viceversa exige cuestionarnos las aproximaciones que hemos tenido en todas estas dĆ©cadas de conflicto y escuchar a todos los protagonistas, con cuidado de no presentarse como alternativas excluyentes. Los ciudadanos, mĆ”s aĆŗn aquellos en los territorios mĆ”s vulnerables al conflicto, estĆ”n pendientes de conocer y comprender quĆ© pueden esperar en ambos, seguridad y paz, para apostarle a un proyecto de vida de largo plazo que es el que al final de cuentas permite transformaciones duraderas. AsĆ­ igual, oficiales y suboficiales de la Fuerza PĆŗblica estĆ”n a la espera de conocer cuĆ”l es su rol y de comprenderlo en su lĆ³gica institucional, pues el ejercicio del uso de la fuerza, asĆ­ venga con una transformaciĆ³n en la doctrina, necesita narrativa, certezas y convicciones.

Originally published in El PaĆ­s.

Tan importantes, o mĆ”s, que las reformas, son las ejecuciones concretas en beneficio de los mĆ”s vulnerables. La gestiĆ³n eficaz y transparente de los recursos asignados a la paz serĆ” una prueba decisiva para este gobierno.

Reorganizar la agenda

El nuevo gobierno ha anunciado en distintas oportunidades cuĆ”l es la agenda que quiere impulsar en los prĆ³ximos cuatro aƱos: desde la transiciĆ³n energĆ©tica o la sostenibilidad ambiental hasta la polĆ­tica de drogas y la progresividad tributaria.

Pero mĆ”s allĆ” de los debates sobre temas estructurales, el gobierno necesita demostrar que puede cumplir eficazmente con la provisiĆ³n de bienes y servicios pĆŗblicos para toda la poblaciĆ³n.

Aunque el presidente y su equipo dicen estar comprometidos con cumplir el acuerdo de paz de 2016, primero necesitan definir un camino claro y coherente para conectar ese acuerdo con la agenda de la ā€œpaz totalā€.

Al mismo tiempo, el gobierno tendrƔ que tramitar tres leyes claves: la del presupuesto 2023, la reforma tributaria y la del Plan Nacional de Desarrollo (PND). TambiƩn debe adelantar los diƔlogos regionales vinculantes.

Retraso en la ejecuciĆ³n

El primer punto del acuerdo de paz propone la Reforma Rural Integral, que implica crear condiciones de bienestar y buen vivir para la poblaciĆ³n rural. Sin embargo, este punto estĆ” muy retrasado.

SegĆŗn los balances multipartidistas de la implementaciĆ³n de los acuerdos de paz de julio de 2022, hay recursos dirigidos a los municipios de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) sin ejecutarse. La estimaciĆ³n expone que la cifra se aproxima a los 6,8 billones de pesos.

Por esto, tener un plan para darle uso a estos recursos deberĆ­a ser una prioridad del gobierno, pues son 478 mil millones, que corresponden a 117 proyectos de inversiĆ³n, los que estĆ”n en riesgo de no poder ejecutarse.

Cabe notar que la fuente de financiaciĆ³n fue el resultado, primero, de una reforma al Sistema General de RegalĆ­as (SGR) que tramitĆ³ el Congreso en un acto legislativo en 2017.

Y, segundo, de una reforma adicional tramitada a finales de 2019 para que el Gobierno pudiera usar de manera anticipada las vigencias futuras de esos recursos para una mayor inversiĆ³n pĆŗblica durante los primeros aƱos de la implementaciĆ³n.

ā€œEl paĆ­s necesita pasar de la discusiĆ³n sobre el desarrollo a la acciĆ³n.ā€

Desde que se aprobĆ³ la segunda reforma en 2020 y hasta julio de 2022, el Gobierno Duque definiĆ³ el arreglo institucional, financiero y tĆ©cnico para la ejecuciĆ³n de los recursos a travĆ©s del OCAD Paz y de las entidades encargadas de la coordinaciĆ³n de la de los PDET.

Sin embargo, debido a retrasos y problemas en las distintas fases del proceso de planeaciĆ³n y a graves hechos de corrupciĆ³n, la mayor parte de los recursos estĆ”n pendientes de ser ejecutados.

La retenciĆ³n de los recursos

Los escĆ”ndalos de corrupciĆ³n y los malos manejos de los recursos motivaron el  debate de control polĆ­tico que llevĆ³ a cabo la CĆ”mara de Representantes el 7 de septiembre. En el debate se expuso que hubo diversas figuras y sujetos de corrupciĆ³n: entidades del gobierno nacional, entes de control, congresistas, entes territoriales, contratistas e incluso grupos armados ilegales.

El problema es complejo y por ello se le debe hacer frente y determinar quĆ© hacer con los recursos. De no hacer nada desperdiciarĆ­a un camino que ha avanzado desde 2017. AdemĆ”s, dejarĆ­a impunes a los que se han beneficiado de la falta de control sobre los recursos pĆŗblicos.

Si se hace bien la tarea y se ejecuta con transparencia y eficacia, los recursos representarĆ”n una oportunidad enorme para materializar la bandera de la inclusiĆ³n social y apalancar la actividad econĆ³mica. AdemĆ”s aumentarĆ­an la equidad social necesaria para las regiones mĆ”s marginadas y afectadas por la violencia.

Propuestas a corto plazo

Tras seis aƱos de expectativas y esfuerzos, la gente estĆ” cansada y frustrada de participar en diagnĆ³sticos y espacios de planeaciĆ³n, por lo que necesita ver resultados y tener una respuesta clara frente a los hechos de corrupciĆ³n.

Dadas la urgencia y sensibilidad del tema, sugiero algunos pasos que el gobierno podrĆ­a dar en una ruta crĆ­tica en el corto plazo:

En definitiva, hay que ejecutar los recursos de la paz con las herramientas disponibles para propiciar un ambiente de cumplimiento, transparencia y eficacia. El paĆ­s necesita pasar de la discusiĆ³n sobre el desarrollo a la acciĆ³n.

Originally published in Razon Publica.

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Las sanciones de la JEP se impondrĆ”n a los mĆ”ximos responsables de los crĆ­menes mĆ”s graves y se materializan a travĆ©s de dos componentes: uno restaurativo y otro retributivo. El presente documento busca abordar importantes interrogantes conceptuales y prĆ”cticos tales como ĀæcuĆ”l es el valor de lo retributivo en el paradigma de justicia restaurativa?; y ĀæquĆ© alternativas prĆ”cticas se podrĆ­an considerar para su implementaciĆ³n? ofreciendo consideraciones y sugerencias tĆ©cnicas que contribuyan a nutrir los debates que se dan en la materia.

El identificador DOI para esta publicaciĆ³n es: https://doi.org/10.5281/zenodo.12530048

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MĆ©xico

En septiembre del 2019, IFIT lanzĆ³ el Grupo de Apoyo para la ConstrucciĆ³n de Paz: una plataforma independiente de lĆ­deres mexicanos multidisciplinarios que buscan generar las condiciones para el diseƱo de una polĆ­tica de Estado de construcciĆ³n de paz que pueda ser implementada desde lo local.

Mexico

Al ser un catalizador de conversaciones interesantes y necesarias en un entorno complejo, buscando tender puentes que atiendan brechas existentes entre distintos sectores de la sociedad y desarrollar una comprensiĆ³n mĆ”s profunda e integral de la actual crisis de violencia, el Grupo apunta a desarrollar la visiĆ³n de un MĆ©xico pacĆ­fico.

Publicaciones recientes

Los regĆ­menes hĆ­bridos son – generalmente – aquellos gobiernos que combinan rasgos democrĆ”ticos y autoritarios; son flexibles por definiciĆ³n y diseƱo y pueden pasar rĆ”pidamente de lo que parece ser una fase democrĆ”tica con elecciones competitivas y cierta apertura polĆ­tica, a una fase mĆ”s restrictiva y represiva desde el punto de vista polĆ­tico (y viceversa).

Basado en una investigaciĆ³n exhaustiva – que incluyĆ³ entrevistas reuniones con expertos destacados sobre el papel de las fuerzas de seguridad en los regĆ­menes hĆ­bridos – este documento de IFIT ofrece un anĆ”lisis basado en la evidencia sobre: 1) los principales factores de resiliencia de los regĆ­menes hĆ­bridos, 2) los mecanismos que suelen utilizar los partidos en el poder para obtener el control o asegurar la lealtad de las fuerzas de seguridad, y 3) la forma en que las sectores cĆ­vicos y democrĆ”ticos pueden superar los dilemas que surgen en el acercamiento con los actores del sector de la seguridad en esos contextos.

TraducciĆ³n de la versiĆ³n original en inglĆ©s.

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El auge de las plataformas digitales y las redes sociales ha transformado el sector de los medios de comunicaciĆ³n y ha afectado el tipo y modo de circulaciĆ³n de las narrativas. Enfocado principalmente en el contenido mediĆ”tico, este documento describe el papel de los diferentes tipos de medios de comunicaciĆ³n en la promociĆ³n de narrativas simplificadas que generan conflictos en sociedades profundamente divididas. AdemĆ”s de medidas para promover contenido preciso e imparcial que contrarreste la desinformaciĆ³n, el documento propone enfoques prĆ”cticos para garantizar que los medios amplifiquen historias diversas y complejas que nutran un panorama narrativo mĆ”s rico y fomenten la participaciĆ³n, en especial entre grupos, en contextos polarizados.

Basado en una extensa investigaciĆ³n de IFIT, asĆ­ como en consultas exhaustivas con expertos en narrativas, periodismo, comunicaciones, gobernanza de Internet y conflictos, este documento ofrece orientaciĆ³n a una variedad de actores interesados (la sociedad civil, los responsables de formular las polĆ­ticas y los donantes, entre otros) sobre el funcionamiento de las dinĆ”micas narrativas y el trabajo de narrativas en los medios de comunicaciĆ³n para ayudar a gestionar conflictos a nivel nacional.

TraducciĆ³n de la versiĆ³n original en inglĆ©s

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